lunes, 5 de enero de 2015

Mi clase de Literatura

     Lo que hoy en día llamamos Educación Literaria se ha venido llamando hasta nuestros días Enseñanza de la Literatura, y evidentemente, no se ha trabajado tal y como se plantea en estos momentos. Basada en un enfoque plenamente historicista, la transmisión de conocimientos sobre la historia de la literatura con sus más representativos autores y obras y sus consecuentes análisis y comentarios de textos ha sido el recurso capital utilizado por nuestros docentes. El acercamiento al texto, su interpretación e interacción con él ha sido relegada por completo durante mucho tiempo.

     Ya no se habla de Enseñanza de la Literatura. Desde esta nueva perspectiva de Educación Literaria, el objetivo principal se convierte en conseguir alumnos lectores competentes. Para conseguirlo, es de capital importancia lograr el interés, la curiosidad de nuestros alumnos por la lectura, y que se prolongue durante toda su vida. Para ello, que no es tarea fácil, es imprescindible un acercamiento directo al texto literario, fomentar la interpretación individual y colectiva para que los alumnos interactúen con él, se sientan identificados con experiencias propias, emocionados, y puedan conocer así el mundo, y a ellos mismos. 

     Como es de suponer, la Educación Literaria se desarrolla desde la infancia en el seno familia hasta, presumiblemente, el final de nuestra vida, suponiendo un proceso gradual tanto en cantidad como, sobre todo, en calidad. Corremos el riesgo mediante procedimientos coercitivos de que nuestro alumnado rechace el placer de la lectura. Para no llegar a tales efectos, me parece de vital importancia una adecuada y variada elección de textos. Hoy en día, con los avances agigantados de la tecnología, los textos se han multiplicados tanto en formatos como en estructuras y contamos con multitud de recursos para realizar diversas actividades en el aula. Invitarlos a la elección de textos, guiándolos, para que busquen textos paralelos a los escogidos o simplemente, aquellos con los que sientan diferentes emociones, inquietudes, que susciten su curiosidad y manifiesten sus experiencias. De esta manera fomentamos también su autonomía e iniciativa personal, tan importante en nuestra sociedad actual. La puesta en común, los debates y diálogos sobre las diferentes interpretaciones de los textos en el aula con situaciones reales comunicativas, me parece una estrategia idónea para fomentar su interés; además de la posibilidad de mejorar la comprensión, la interpretación, involucración e implicación con el texto, trabajando a su vez la producción oral, fundamental en nuestros días y con poca presencia en el aula, según mi reciente experiencia. Es estrecha la relación entre la lectura y la escritura, por lo que la producción escrita sobre aspectos de nuestras lecturas resulta fundamental. 

     No debe olvidársenos que la lectura no es una cualidad innata de la naturaleza humana, no así como la escucha. Por esto, exige un esfuerzo considerable en nuestros alumnos y debemos conseguir que dicho esfuerzo se acabe convirtiendo en goce y disfrute. Para ardua tarea, es conveniente un acercamiento a la literatura desde la escucha. La lectura en voz alta de ciertos textos, la escucha de posibles recitales o los propios, canciones, visionados de representaciones o representaciones propias etc., facilita la consecución de nuestros objetivos. Resulta fructuosa tanto desde el punto de vista de la comprensión oral, como de la relación de la literatura con las distintas disciplinas o artes, como la música, la pintura o cine. Con este nuevo enfoque, el acercamiento directo al texto y su interpretación e interacción con él pasa a ser el groso de esta nueva Educación Literaria. El análisis y su contexto, no olvidemos importante también, se posicionaría en un segundo plano, visto como una profundización del tema. Ojalá me hubieran enseñado a mí Educación Literaria.




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