He escogido el artículo Importancia de los padres
y madres en la competición deportiva de sus hijos de María E. Garrido Guzmán, María del Carmen Campos Mesa y Carolina Castañeda Vázquez publicado en la revista Fuentes, por una cuestión de
experiencia. En el centro donde estudié Primaria, Secundaria y Bachillerato e
hice mis prácticas como docente, las prácticas deportivas cobran una
importancia realmente significativa en toda la comunidad como parte de la
educación integral del alumnado, siendo una herramienta muy eficaz para
fomentar el trabajo en equipo, la responsabilidad
individual dentro de éste, la disciplina o dominio de uno mismo, el
compañerismo y el respeto hacia el contrario, el aprendizaje de la
victoria y de la derrota, y como instrumento de participación y unión con las
familias, pues normalmente, las familias están muy involucradas e interesadas
en las prácticas deportivas de sus hijos.
El problema surge cuando todas las patas de las
mesas no están a la misma altura, pues ésta cojea. Los agentes sociales
que influyen en la práctica deportiva escolar son muchos y variados:
participantes, entrenadores, familiares,... La familia es el
entorno de aprendizaje del niño, en el cual aprende espontáneamente rutinas
integradas en nuestra cultura, y el deporte es una de ellas. Por ejemplo,
el fútbol, con tanta y tan importante presencia en nuestra sociedad no es
un buen ejemplo de una participación y competición bien orientada. Continuamente
oímos insultos o vemos gestos violentos tanto entre los propios competidores, como de
éstos o sus entrenadores hacia los árbitros, sin hablar de los espectadores o aficionados.
De hecho, desgraciadamente, este año hemos tenido un par de noticias con
muertes de por medio entre aficionados de equipos de fútbol contrarios.
Afortunadamente, no ocurre en todos los deportes pero no es de extrañar
que este panorama lo podamos contemplar en muchas prácticas deportivas
escolares. Quién no recuerda a padres enfadados con el árbitro, con el
entrenador de su hijo o con sus compañeros, con los contrarios...e incluso entrenadores que
se les iba de las manos. Como he dicho
anteriormente, los padres y madres suelen estar involucrados en las prácticas
deportivas de sus hijos y esto hace que sean un factor clave en dicha práctica.
Pero, surge la cuestión, ¿quién se ocupa de la actitud y comportamiento de los
padres? ¿cómo podemos controlarla?
En dicho artículo, se muestra la actuación, el
comportamiento y el concepto que tienen los padres y madres en la
competición para comprobar si realmente la práctica deportiva es educativa y no
es desvirtuada por los restantes agentes implicados. Se constata la gran
participación de la familias, su interés en el ámbito deportivo educativo y su
influencia directa sobre la percepción de la competición deportiva de sus
hijos, y diferencia, digámoslo así, aquellas familias que consideran la
práctica deportiva escolar como fuente de desarrollo físico, psíquico y
relacional, es decir, un actividad complementaria al desarrollo integral de sus
hijos, de aquellas que consideran el deporte como una meta que conlleva logros
sociales y económicos. En este caso, los padres suelen adoptar un rol que no
les corresponde, desequilibrando y desvirtuando la práctica deportiva como
instrumento educacional. Así, se debe evitar el intrusismo familiar siempre que
no sea de actitud colaborativa y entendiendo el deporte como un medio más para
la formación integral del individuo, valorándolo no solo por el rendimiento,
sino por todos los beneficios que resultan de su práctica. De esta manera,
señala una serie de pautas para una correcta actuación de los padres ante
las prácticas deportivas de sus hijos y una serie de responsabilidades
recogidas por varios autores que sintetizo de la siguiente manera:
· Implicación y colaboración activa
con el club o la escuela deportiva para su constante motivación, interesándose
y dedicándole tiempo. (no guardería)
· Escuchar a los hijos con atención e
interés, mostrando apoyo y comprensión, preguntándoles sobre ello pero
sin forzarlos ni recetarlos para que ellos mismos reflexionen,
saquen conclusiones y tomen decisiones.
· Mostrar autocontrol y controlar, si es
necesario, un excesivo entusiasmo cuando los hijos hablan del deporte, hablando con ellos de
otras muchas cosas.
· Aprobar e incentivar sus esfuerzos en la práctica de sus habilidades deportivas, valorando y felicitando el
aprendizaje y el progreso conseguido, aceptando las propias limitaciones sin
exigirles resultados ni recriminarles posibles errores cometidos o protegerlos en
exceso.
· Confiar a su hijo al entrenador, reconociendo y
valorando su función e importancia sin interferir en sus decisiones y
actuaciones.
Otros autores se basan y hacen referencia a la
existencia de un triángulo en la iniciación deportiva compuesto por los
técnicos o entrenadores por un lado, los padres por otro, y el deportista en la
punta. Así, es imprescindible una buena comunicación entre los tres componentes
para orientar la práctica educativamente y no ejercer presión para la obtención
de resultados.
Después, el artículo se centra en el análisis del
aspecto competitivo de la práctica deportiva escolar, pues los jóvenes se
implican y participan intensamente en las mismas. Se mantiene que la
competición en sí misma no ha de ser visto como algo negativo, pero ha de estar
bien orientada para la consecución de los objetivos educativos. Para ello es
necesario comprobar si el contexto educativo deportivo, técnicos y familia,
perjudica la actividad fomentando actitudes y valores inadecuados como la
victoria como fin sin reparar en los medios, la excesiva rivalidad,
o por el contrario fomentan valores como el respeto, el compañerismo o la
colaboración con el equipo. Así, termina con la investigación a través de
tres cuestionarios específicos (uno para los técnicos, otro para los padres y
otro para los deportistas) para diferentes prácticas deportivas en las Escuelas
Deportivas Municipales de la ciudad de Sevilla, en cuyos resultados no repararé por muchos y variados.